Ya no es posible hablar en términos de “normalidad” cuando se trata de género o deseo. Vivimos en un mundo donde las identidades de género trascienden lo binario, y las orientaciones sexuales son tan diversas como las personas que las experimentan.
Lo que antes parecía encajar en un esquema limitado, hoy se ha transformado en una gama fluida que desafía las etiquetas tradicionales. Este cambio no es solo teórico o académico, sino que está presente en nuestras consultas como profesionales de la salud mental y sexual. Cada vez más personas están reconociendo que su identidad de género no necesariamente se alinea con lo masculino o femenino, sino que puede situarse en un espectro que desafía las categorías convencionales.
Cada vez más personas están reconociendo que su identidad de género no necesariamente se alinea con lo masculino o femenino
La visibilidad de las personas no binarias, transgénero y queer ha abierto debates cruciales en torno al respeto, el derecho a la autodeterminación y la necesidad de una educación sexual que abrace esta diversidad. El reto para quienes trabajamos en la sexualidad es acompañar estos procesos de autodescubrimiento, ofreciendo un espacio libre de prejuicios donde se puedan explorar preguntas fundamentales sobre el ser y el deseo.
Es esencial que entendamos que la sexualidad es tan compleja como el propio ser humano, y que la fluidez no solo es legítima, sino que refleja la riqueza de nuestras experiencias íntimas. La pregunta ahora no es cómo encasillar estas identidades, sino cómo podemos, como sociedad, fomentar un entorno donde todos se sientan validados en su autenticidad.
La fluidez no solo es legítima, sino que refleja la riqueza de nuestras experiencias íntimas
Este es el momento de abrirnos a una nueva comprensión de la sexualidad, donde lo importante no es quiénes somos según las normas, sino cómo nos sentimos con respecto a nosotros mismos y a los demás.
Erradicar las viejas creencias de personas mayores que no admiten los cambios biosicioculturales, y que dejen de ver a las personas LGbtqa como malos o buenos, como raro o no raro… entendemos que sus enseñanzas se basaron en la represion de los deseo sexuales, pero no por eso juzgar a una persona por su identidad sexual.
Ardua tarea de profesionales de la salud, sexólogos, maestros, y comunidad toda.