
Las festividades de fin de año suelen asociarse con reuniones familiares, festejos y reflexiones, pero para muchas personas estas fechas son también un foco importante de estrés. Las expectativas sociales, las tensiones familiares y la presión de cumplir con metas inconclusas generan un estado de agotamiento emocional que, lejos de acercarnos al bienestar, nos deja vulnerables.
A esto se suma el contexto de la grave crisis económica que atraviesa nuestro país. Mientras unos pocos parecen beneficiarse en medio del caos, muchos sienten que apenas pueden sobrevivir. Y, para agravar la situación, en estas fechas es común escuchar a personas adineradas (ajenas a las preocupaciones del día a día) recomendar cómo vivir una vida de carencias con optimismo. Este contraste entre la realidad y las imposiciones externas alimenta aún más el malestar, dejando una sensación de desconexión y frustración.
Es fundamental comprender que no podemos cambiar el sistema, pero sí la manera en que enfrentamos estas adversidades. Reconocer nuestros límites, ser compasivos con nosotros mismos y encontrar estrategias que nos fortalezcan puede marcar la diferencia.
Estrategias para reducir el estrés festivo
Para vivir estas fechas con mayor serenidad y autenticidad, sugiero:
1. Redefinir expectativas: Permítete no cumplir con todo. Las festividades no deben ser un examen de perfección.
2. Decir “no” sin culpa: Si sientes que una reunión o compromiso te generará más angustia que alegría, prioriza tu bienestar.
3. Crear rituales propios: No todas las tradiciones tienen que ser familiares. Diseña actividades que te conecten contigo mismo/a y te den sentido.
4. Evitar comparaciones: No permitas que quienes tienen privilegios económicos invaliden tu esfuerzo o te hagan sentir menos. Tu camino es único y válido.
Es fundamental comprender que no podemos cambiar el sistema, pero sí la manera en que enfrentamos estas adversidades. Encontrar estrategias que nos fortalezcan puede marcar la diferencia
Recibir el año con intención
Jorge Luis Borges sostenía que la manera en que comenzamos el año puede determinar su curso. Aunque esta afirmación puede parecer poética o supersticiosa, hay un trasfondo psicológico importante: las acciones iniciales marcan un rumbo, influyen en nuestra mentalidad y nos predisponen hacia ciertos hábitos.
Entonces, ¿cómo recibir el nuevo año con éxito en un contexto de adversidad?
1. Reflexiona antes del brindis: Escribe tres intenciones claras para el año nuevo. No tienen que ser metas enormes, sino pequeños compromisos contigo mismo/a.
2. Rodéate de energía positiva: Procura pasar la medianoche con personas o en un ambiente que te inspire. Si eso no es posible, crea un momento personal de gratitud y calma.
3. Evita el peso de los excesos: Un inicio de año marcado por agotamiento físico o emocional puede dificultar mantener un enfoque claro.
4. Haz algo simbólico: Desde ordenar tu espacio hasta escribir una carta de intenciones, elige una acción que represente el comienzo de un nuevo ciclo.
Las festividades no tienen por qué ser un peso. A pesar del contexto económico y las presiones externas, es posible cerrar capítulos con gratitud y dar la bienvenida a lo nuevo con esperanza. El desafío está en encontrar tu equilibrio, decidir qué quieres llevarte de este año que termina y cómo elegirás vivir el próximo, pase lo que pase.