
Son rápidos, dolorosos y muchas veces minimizados: los esguinces pueden ser más serios de lo que creemos. Traumatólogos del Hospital de Clínicas hablan sobre estas lesiones que deben ser identificadas por grado, atendidas a tiempo y con una correcta rehabilitación para no volverse crónicas y así, evitar cirugías.
Esta lesión, que ocurre cuando los ligamentos que conectan los huesos en una articulación se estiran más allá de su capacidad o se rompen, es más frecuente de lo que parece. De hecho, se estima que alrededor de dos millones de personas en el mundo sufren un esguince de tobillo cada año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“En términos simples, los esguinces pueden clasificarse en tres niveles: leves, moderados y graves. Un esguince leve implica un estiramiento o una rotura mínima de las fibras del ligamento. En los casos moderados, hay una rotura parcial de las fibras, mientras que en los graves se produce una rotura completa que puede dejar la articulación totalmente inestable. Aunque cualquier articulación puede sufrir este tipo de lesión, el tobillo es el principal afectado, especialmente durante actividades deportivas o movimientos cotidianos mal realizados” comenta el Dr. Hernán Barrachina, médico del servicio de Traumatología del Clínicas (MN 137.815).
El esguince es una lesión frecuente, pero no siempre es fácil de detectar en el momento. “Si sufriste una torcedura, una mala pisada o un movimiento brusco, hay algunas señales que pueden ayudarte a identificarlo. El dolor aparece casi de inmediato, y suele intensificarse al mover la articulación o apoyar peso sobre ella. También es común que la zona se hinche, se vuelva sensible al tacto y, en algunos casos, aparezcan hematomas” sostiene Barrachina y agrega “otro signo a tener en cuenta es la sensación (o incluso el sonido) de un chasquido en el momento de la lesión
El tratamiento inicial sigue las recomendaciones clásicas del método RICE: reposo, hielo, compresión y elevación. Pero más allá de los primeros auxilios, es crucial no quedarse ahí. “Muchas personas creen que, una vez que el dolor disminuye, ya están curadas. Sin embargo, si no se realiza un tratamiento adecuado y, sobre todo, una rehabilitación específica, las probabilidades de sufrir nuevos esguinces o desarrollar problemas crónicos, como artrosis o inestabilidad permanente, aumentan significativamente”, comenta Barrachina.
“En Argentina, aunque no existen cifras exactas, las consultas por esguinces ocupan un lugar importante en las guardias hospitalarias, especialmente en épocas de mayor actividad física, como el verano o durante competencias deportivas escolares. Pero prevenir es mejor que curar. Una de las estrategias más efectivas es el fortalecimiento de los músculos que rodean las articulaciones, acompañado de una adecuada rutina de estiramientos. También es fundamental usar calzado apropiado para cada actividad y evitar superficies peligrosas” recomienda el profesional.
En el caso de los deportistas, se recomienda incorporar ejercicios de propiocepción, que ayudan a mejorar el equilibrio y la coordinación, disminuyendo así el riesgo de lesiones. Y para quienes han sufrido esguinces previos, el uso de soportes o vendajes funcionales puede ser una medida complementaria útil.
Los esguinces no deben tomarse a la ligera. Más allá del dolor inmediato, las consecuencias de una mala recuperación pueden afectar nuestra calidad de vida a largo plazo. Por eso, el especialista recomienda que ante cualquier sospecha, es fundamental buscar atención médica y seguir al pie de la letra las indicaciones de los especialistas. Una articulación sana y estable siempre será el mejor aliado para mantenernos activos y en movimiento.