Mentiras que sostienen el deseo: cómo manipulan algunos hombres casados a sus amantes

En el silencio de lo clandestino, muchos vínculos afectivos se construyen desde la mentira, pero no cualquier mentira: una pensada y calculada para satisfacer necesidades sexuales, emocionales o narcisistas, sin alterar el statu quo del hogar. Este artículo aborda el fenómeno de los hombres casados que inician y sostienen relaciones extramatrimoniales sin intención real de dejar a sus esposas, pero con un claro objetivo: mantener una doble vida que les garantice comodidad emocional, validación y placer, mientras usan y descartan a su amante según su conveniencia.

Las mentiras más comunes

A través del trabajo clínico y la observación, estas son algunas de las frases que se repiten como patrones en estos vínculos:
    1.    “Estoy en crisis con mi esposa, pero no puedo separarme por los chicos.”
Apela a la empatía y al sacrificio, presentándose como una víctima del deber familiar. En realidad, no existe voluntad real de transformación.
    2.    “Nunca sentí esto por nadie.”
Se idealiza el encuentro con la amante, generando una conexión emocional intensa que puede despertar esperanza y dependencia afectiva.
    3.    “Ella no me entiende, pero vos sí.”
Se establece una falsa polarización: la esposa como lo viejo y agotado, la amante como lo nuevo y deseable. Se utiliza para sostener el deseo sin compromisos.
    4.    “Cuando los chicos crezcan, voy a tomar una decisión.”
Una promesa que se posterga indefinidamente. Una trampa temporal que nunca se concreta.
    5.    “Me hacés sentir vivo.”
Frase que busca validar su masculinidad a través del deseo de otra, pero sin responsabilizarse por el impacto emocional que genera.

¿Por qué lo hacen?

Desde una perspectiva psicológica, se trata muchas veces de sujetos con rasgos narcisistas o inmaduros emocionalmente, que:
    •    Temen la soledad.
    •    Rechazan el conflicto.
    •    Desean todo sin pagar ningún precio.
    •    Ven a la amante como un “recurso emocional y sexual”, no como una persona entera.

En lugar de enfrentar sus crisis matrimoniales o revisar su deseo, eligen un atajo: conservar la estabilidad doméstica mientras buscan afuera lo que no encuentran (o no quieren trabajar) adentro.

Un claro objetivo: mantener una doble vida que les garantice comodidad emocional, validación y placer, mientras usan y descartan a su amante según su conveniencia

La amante como figura funcional

Lejos del imaginario romántico, muchas veces la amante cumple una función similar a la de un objeto transicional: es un refugio momentáneo, un espacio donde proyectar fantasías de libertad, juventud o erotismo. Pero ese espacio rara vez se consolida como un vínculo real.

Cuando la amante comienza a pedir claridad o compromiso, el hombre suele:
    •    Cortar la relación abruptamente.
    •    Culparla por “complicarle la vida”.
    •    Volver a aparecer cuando lo necesita (la puerta giratoria emocional).

Conclusión: el daño invisible

Desde lo sexológico, es clave comprender que esta dinámica no solo erosiona el deseo, sino que instala en la amante dudas sobre su propio valor, afectando su autoestima, su capacidad de confiar y su sexualidad.

Reconocer la manipulación no siempre es fácil, porque viene disfrazada de halagos, promesas y romanticismo. Pero cuando una relación se sostiene en la sombra, el deseo suele volverse una cárcel.

                                                                                                                                            Lic. Laura Caballaro