“Tenía 10 años y había desarrollado una fobia. No podía ver el celular, no quería usarlo más, no quería acercarse a la computadora, tenía miedos, trastornos para dormir y también había empezado a tener dificultades en la alimentación. Después de varias consultas -porque no quería decir porqué le pasaba todo esto-, pudo contar cómo ella, cuando estaba jugando a un juego, empezó a chatear con alguien y esa persona fue haciéndose ‘amiga’ y después le empezó a enviar imágenes -genitales- y a pedirle imágenes de su cuerpo. Un adulto había empezado a extorsionarla con que, si ella no le enviaba también fotos de sus genitales, iba a contarle a los padres y demás. Otro chiquito, de 8 años, vino al hospital asustado, muy temeroso. La madre directamente consultó porque había encontrado que estaba viendo pornografía adulta en el celular. Se la compartía otro compañero del colegio, de un curso superior. A partir de mostrarle estas imágenes, le pedía que se filmara”.
Estos son algunos de los relatos que llegan a los consultorios del servicio de Pediatría del Hospital de Clínicas de la UBA. Y, tal como refiere la Dra. Silvia Ongini, Psiquiatra Infanto-Juvenil (MN 69218) e integrante de esta área, “son ejemplos de una práctica bastante común, que establecen los groomers con determinados grupos etarios y con determinados tipos de víctimas”. De acuerdo con la Ley 27.590, el “grooming” es la acción en la que una persona -el/la groomer- por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contacta a una persona menor de edad con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma. “Quien ataca tiene como objetivo tomar contacto con él/ella y así ganarse su confianza, apoyándose en las características propias de la infancia y adolescencia -necesidad de aprobación de pares, confianza por estar en ámbitos como su casa o jugando a su juego favorito en línea entre otras- para luego generar un encuentro personal en el mundo físico, o bien cómo en la mayoría de los casos, obtener el material de contenido sexual por parte de la víctima para su comercialización, distribución y/o para satisfacer sus prácticas sexuales”, explica la médica.
De acuerdo a un relevamiento hecho por la organización Grooming Argentina, 4 de cada 10 niños y niñas acceden a su primer dispositivo móvil antes de los 9 años y el 70% refirió haber hablado con personas desconocidas a través de juegos online. En relación a esto, la Dra. Ongini advierte: “Muchas veces lo que nos encontramos es que las personas adultas les dan dispositivos de este tipo a muy temprana edad sin tomar los recaudos para que puedan estar preservados de situaciones de acoso o trampas digitales. Los juegos y las redes sociales -como TikTok, Instagram, YouTube-, son puertas abiertas, en todo lados, para quienes acosan. Y no se toman los cuidados necesarios con el falso temor de estar evitando libertades, cuando en realidad lo que se está evitando son cuidados”.
“El fenómeno del grooming está apoyado en el desconocimiento del impacto que tiene. Es una nueva pandemia invisibilizada. Cuando un niño, niña o adolescente se expone a estas redes sociales o expone vídeos de ellos o su imagen, están yendo a una vidriera en la que no saben quién está del otro lado y qué va a pasar. Lo que envíen a otras personas queda en estos medios, en esa nube de la cual no se puede después bajar información o borrar una vez compartida. La sexualidad adulta se entromete en un psiquismo que no está preparado, se utiliza la identidad de un niño, niña o adolescente, de una manera totalmente traumática, porque va a ser utilizada para la producción de material pornográfico, que va a ser comercializado. Y esto no se detiene solamente ahí, muchas veces llega a escaladas, con trata de personas. También se presentan casos de desafíos que prometen dinero y muchos chicos que tienen pocos recursos y que escuchan incluso en sus casas que la situación económica no es del todo favorable, quieren colaborar y caen en trampas, lo cual les resulta muy traumático”, agrega Ongini.