La fertilidad es la capacidad para reproducirse o procrear. En los humanos, la fertilidad masculina y la femenina difieren en algunos puntos. Uno de ellos es el efecto de la edad, ya que la etapa fértil de la mujer se ve limitada con los años. A medida que avanza el tiempo, la capacidad reproductiva de la mujer se reduce. En el caso de los hombres, ocurre lo mismo, pero es mucho más tarde que en la mujer.
Además del tiempo, hay otros factores que pueden influir a la hora de conseguir el embarazo, como las irregularidades en el ciclo menstrual, las alteraciones en la función de los ovarios o los fallos en la producción espermática.
Entre los factores más destacados que influyen en la fertilidad encontramos:
Una pareja tiene problemas de fertilidad cuando es incapaz de lograr un embarazo evolutivo después de 12 meses de relaciones sexuales no protegidas, así lo indica la Organización Mundia de la Salud (OMS). En ese momento, ya estaría indicado realizar estudios clínicos para determinar cuál puede ser el motivo de la infertilidad. En el caso de las parejas en las que la mujer es mayor de 35 años, se recomienda que los estudios de fertilidad se inicien si no hay gestación tras 6 meses de relaciones sexuales sin protección.
En el estudio de fertilidad masculina, la prueba más informativa suele ser el seminograma. Este consiste en evaluar una muestra de semen tanto microscópica como macroscópicamente. En el caso de la mujer, tanto el análisis hormonal como el recuento de folículos antrales mediante ecografía transvaginal son las pruebas más comunes del estudio de fertilidad femenina.
Otra prueba que se suele pedir es el cariotipo para descartar las anomalías cromosómicas como causa de la esterilidad.