Los hechos de superación que se han dado a conocer a lo largo de la historia de la medicina, pero sobre todo las personales que están vinculadas a situaciones en las cuales parecía que el paciente podría, o debería, atravesar momentos muy difíciles de eterna lucha médica, pero en la historia de Jorge Rotela las cosas fueran totalmente diferentes.
Después de muchos años de lucha y luego de un accidente de tránsito que lo dejó sin la posibilidad de poder utilizar sus piernas y sus brazos, buscó de todas las maneras posibles poder superarse y no darse por vencido ante semejante situación. Desde Formosa, su provincia natal, y en la cual sufrió un accidente de tránsito, sus padres decidieron viajar hacia Buenos Aires para continuar con su tratamiento médico, pero sobre lleno de esperanza.
Aunque la situación nunca lo mantuvo, o lo expuso, a una posibilidad de riesgo de pérdida de vida el cuadro físico que presentaba lo ayudó, o lo motivó, a mantener “la vela encendida” como él mismo lo dice, pero sobre todo hoy pese a los problemas evidentes que aquel accidente de tránsito marcó su vida, Jorge logró expresar, exteriorizar, todo su interior en un lienzo, pintando y qué mejor que hacerlo utilizando su boca.
La lesión C3 y C4, nivel cervical, dejaron un diagnóstico de cuadriplejía, pero desde allí todo comenzó a hacer cuesta arriba, no por lo vinculado a las dificultades sino hacia un camino que lo llevó a poder superarse, a no apagar jamás esa “vela” y alimentando con mucha fuerza, todos los días, y que hoy lo tiene disfrutando de poder volcar su creatividad, toda esa luz y toda esa fuerza que construyó, y que alimentó, desde que los médicos comunicaron que no iba a caminar nunca más.
“A las 16 años de edad vivía con mi familia, toda una infancia hermosa, una adolescencia también muy buena entre mis amigos. Siempre iba a buscar una bolsa de harina de 50 kg en la moto (Honda 250), un viaje que no era largo. Un día antes de ir a jugar a la pelota fui a buscar la bolsa y la traía entre mis piernas, arriba del tanque de nafta de la moto y venía detrás de una camioneta, vieja, que iba despacio. Al querer cruzar la camioneta, choque con un caballo en una avenida, y lo vi a menos de metro. Ese accidente provocó que me lesione la médula, en la cervical, que mi cabeza haya dado un latigazo, así me lastimé mi médula C3 y C4, luxándola. Desde ese momento no pude mover el cuerpo”, narró Jorge, al respecto de su accidente.
“Nunca perdí el conocimiento y pensé que no me podía mover por el impacto, que no fue fuerte, pero la bolsa de harina en mis piernas evitó que saliera despedido, pero a la vez me atrapó haciendo que mi cabeza se vaya mucho para adelante. Desde ahí quedé cuadripléjico, sin poder mover nada del cuello para abajo, solo la cabeza y a veces el brazo izquierdo, poco el derecho y tengo sensibilidad en todo el cuerpo. Me operaron de urgencia en Formosa, para poder moverme y nos vinimos a Buenos Aires donde realicé el resto de la recuperación en el Hospital Ricardo Gutiérrez, donde estuve un año y cinco meses internado”, detalló.
El proceso en Buenos Aires no fue fácil, pero quizás fue el puente hacia la lucha interna por no bajar los brazos, por superarse. “Veía muchos chiquitos morir, no quería estar más ahí. Quería salir de ahí. No quería morir y empecé a pedirle a Dios. Pasaba los días con mi mamá en el hospital, mi papá hacía fletes y después volvía a dormir en el piso de la habitación del hospital”, contó.
Jorge recibió el alta, se dispuso a terminar el secundario, comenzó la universidad, y todavía no sabía que el arte lo esperaba. Se recibió de administrador de empresas, “pero no era eso lo que mi corazón y alma querían”, dijo. “Un día mi ahijado dejó un lápiz y un papel, en la mesa de mi silla de ruedas. Agarré la pintura con mi boca y empecé a dibujar, ahí algo dentro mío pasó. Algo muy grande. Esto me pasó a los 25 o 26 años. Lo hacía como hobby, con lápiz, lapicera y regalaba mis dibujos. Mientras seguía estudiando, pero nada me hacía feliz. No estaba siendo fiel conmigo mismo. Busqué fortalecer mi lado espiritual, para no caer en la tristeza”, expresó.
Pese al duro golpe que significó haber recibido la noticia que no volvería a caminar, hoy fuerte y con una fuerza espiritual única, Jorge afirma: “Sé que voy a volver a caminar, no sé cómo, pero tengo toda la certeza que lo voy a hacer. Así como sé que mi propósito de vida es dibujar y comunicar, pero sobre todo con la acción ayudar a otras personas que no la están pasando muy bien”, finalizó.
Hoy, Jorge, sigue creciendo, fortaleciendo su espíritu, expresando su brillo y sobre todo trabajando para volver a caminar, pensando en realizar su primera exposición, su primer lugar en el cual se puedan mostrar sus obras y darles a conocer masivamente. Es todo superación, día a día, y sobre todo, con el objetivo de no bajar los brazos y dejar su cuadro de cuadriplejia.