Docentes, médicos y psicólogos no recibieron capacitación sobre abuso sexual en la infancia y adolescencia

De acuerdo con el Ministerio de Salud, el abuso sexual en la infancia y adolescencia tiene como objetivo central la gratificación sexual, de dominio y control por parte del agresor. Puede darse mediante comportamientos sexuales abusivos sin contacto físico, con contacto sexual (por encima o debajo de la ropa), todo tipo de penetración o conductas invasivas en el cuerpo de niños, niñas y adolescentes (NNyA). 

Se trata de “una de las formas de violencia más graves hacia las personas cuyo psiquismo no está preparado para consentir ni metabolizar la sexualidad adulta. Arrasa con sus vidas”, sostiene la Dra. Silvia Ongini, Psiquiatra Infanto-Juvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 69.218).

De acuerdo con DMS-5, el manual de clasificacion de trastornos mentales, el abuso sexual en la infancia y adolescencia está entre las causas de lo que se llama “estrés postraumático”, cuyos síntomas se manifiestan después de haber vivido situaciones cercanas a la muerte propias o de alguien cercano, no solo a nivel psíquico sino también físico. Puede llegar a derivar en enfermedad y hasta en el suicidio de la víctima.

¿Cuán preparada está la sociedad para evitar este hecho de violencia? Para empezar, el ASI se apoya en otra relación que es de confianza, amor o dependencia. Casi el 70% de los agresores forma parte del círculo de familiares y conocidos de los NNyA que son abusados, de acuerdo con un relevamiento de la línea telefónica 137 de Asistencia y acompañamiento para víctimas de violencia familiar y/o sexual. Se trata de una “estafa a la confianza y las víctimas no sólo dejan de creer en los demás sino también en sí mismas porque no pudieron ver la amenaza”, dice Ongini.

El laberinto de la desprotección continúa por la escuela, donde hay una insuficiente capacitación para la prevención y acompañamiento a los NNyA. Una encuesta hecha desde el Clínicas en conjunto con Centro de Prevención y Atención del Abuso Sexual en la Infancia y Adolescencia (CEPASI) a una muestra de casi 900 profesionales que abarcó docentes, médicos y psicólogos, arrojó que el 75% de los educadores no recibieron capacitación sobre ASI. De quienes la recibieron, el 63% considera que la capacitación no fue suficiente; y 7 de cada 10 no conocen los protocolos de actuación frente a un caso.

La importancia de robustecer la formación se pone más en evidencia al cruzar esta información con datos del Ministerio Público Tutelar donde, a partir del análisis de casos, llegaron a la conclusión de que casi el 80% de NNyA denunciaron haber sido víctimas de este delito a raíz de las clases de Educación Sexual Integral (ESI), lo que revela cuán importante es esa herramienta y su aplicación a tiempo. 

Además de la ESI, como medidas de prevención por parte de docentes y del entorno cercano, la especialista sugiere: “Acompañar a niños, niñas y adolescentes en su crecimiento integral y en la apropiación de su propio cuerpo, que sus madres y padres pidan asesoramiento a los pediatras sobre cómo acompañarlos en el camino de la apropiación del propio cuerpo, su registro y reconocimiento, no quedarse tranquilos con que digan “no” dado que eso es delegar la responsabilidad de defenderse cuando no pueden hacerlo y respetar sus “no”: no obligarlos a darles un beso a alguien sino respetar su subjetividad”.

En la teoría, la identificación de una sospecha de abuso sexual puede generarse en cualquier institución que tenga contacto con NNyA, como una escuela. “Cualquiera sea la circunstancia y quienes intervengan en el momento inicial, se debe poner en marcha un proceso de trabajo que garantice una atención integral que proteja a la víctima, lo que implica una fina red de articulación interdisciplinaria, interinstitucional e intersectorial”, sostienen desde la cartera de salud.

El otro punto de detección es el consultorio. Pero entre los médicos consultados por el Clínicas y el CEPASI, la mitad dice no haber recibido capacitación sobre abuso sexual a menores, y entre quienes la recibieron, el 81% la considera insuficiente. Sumado a eso, más de la mitad no conoce los protocolos de actuación frente al hecho consumado. Los psicólogos son los más preparados. No obstante, el 43% dijo no haber recibido capacitación, el 55% que no era suficiente y 64% no sabe cómo corresponde actuar si hubo abuso. 

El camino del desamparo continúa por los obstáculos en el acceso a la justicia. “En definitiva, lo que está detrás de estos números es la falta de capacitación de todos los profesionales en la detección y reacción adecuada, como también la falta de acceso a la justicia. Al final las instituciones están lejos de la víctima”, afirma Ongini. “La Ley Lucio fue impulsada a partir de la historia de un chiquito cuyo maltrato ‘no vio nadie’ hasta que murió. Convirtió en norma la creación del Plan Federal de Capacitación sobre Derechos de NNyA. Sin embargo, para que se concrete queda un largo camino por recorrer”.

Por este motivo, profesionales de la salud, trabajadores sociales, defensores, abogados y la comunidad en general serán convocados al Segundo Congreso Interdisciplinario de Salud y Justicia: “De la revictimización a la restitución de derechos: construyendo una ruta de acción para dar respuesta a la niñez y adolescencia víctima de violencia sexual”. La primera edición se llevó a cabo el año pasado de forma presencial, con 150 participantes. En 2024 la jornada será en el Aula Posadas del Clínicas (Av. Córdoba 2351, CABA) y se transmitirá por streaming. La convocatoria de este año superó las expectativas, con 1750 inscriptos al momento. La cita es el viernes 20 de septiembre, de 8.30 a 17, y se transmitirá vía streaming. La actividad es gratuita y requiere de inscripción previa a través del link: https://forms.gle/9Bnkx4n26H29BvqDA o escribiendo a [email protected].